ORIENTACIONES PARA LA FAMILIA
Las investigaciones han sugerido que el ambiente del
hogar familiar es más que una fuente probable de experiencias positivas que
estimulan el desarrollo del lenguaje oral y escrito (Teale y Sulzby, 1986.)
También hay evidencias de que la participación de
los padres y madres en las actividades de lectura y escritura de sus hijos e
hijas está relacionada positivamente con el rendimiento lector (Sénéchal,
LeFevre, Thomas y Daley, 1998.)
Las actividades que realizan los padres y madres
conjuntamente con sus hijos e hijas, leyendo con ellos y ayudándoles en la
realización de las tareas escolares contribuyen de manera eficaz sobre los
resultados que más tarde se alcanzan en lectura y escritura.
De ahí la importancia de trabajar conjuntamente con
las familias, especialmente y en lo referido a la lecto-escritura, con el
alumnado de infantil y del primer ciclo de Primaria. Estas edades son cruciales
porque si los niños y las niñas aprenden bien en estos niveles es más probable
que aumenten su capacidad de aprendizaje durante los años posteriores.
Por otra parte, es importante que la familia conozca
las dificultades que tiene su hijo o hija y colabore para minimizarlas. Tanto
el padre como la madre pueden tener, en ocasiones, un papel directo de
enseñantes.
Sin embargo, en algunos casos, tendremos que cuidar
las relaciones padre-madre e hijo/a ya que al querer intervenir en su proceso
de aprendizaje se puede producir gran carga de ansiedad, llegándose a
situaciones de pérdida de calma, enfados, volviéndose inalcanzables las
condiciones de refuerzo positivo y de un aprendizaje con éxito.
Diez
principios básicos para crear buenos lectores (Centro
de Educación e Investigación, 2005)
1. Dar ejemplo.
Las personas adultas somos un modelo de lectura para
los niños y las niñas. Leamos delante de ellos/as, disfrutemos leyendo.
2. Escuchar
En las preguntas de los niños y las niñas está el
camino para seguir aprendiendo. Estemos pendientes de sus dudas.
3. Compartir
El placer de la lectura se contagia leyendo juntos.
Leamos cuentos, contemos cuentos.
4. Proponer, no imponer
Es mejor sugerir que imponer. Evitemos tratar la
lectura como una obligación.
5. Acompañar
El apoyo de la familia es necesario en todas las
edades. No los dejemos solos cuando aparentemente saben leer.
6. Ser constantes
Todos los días hay que reservar un tiempo para leer.
Busquemos momentos relajados, con buena disposición para la lectura.
7. Respetar
Los lectores/as tienen derecho a elegir. Estemos
pendientes de sus gustos y de cómo evolucionan.
8. Pedir consejo
La escuela, las bibliotecas, las librerías y sus
especialistas serán excelentes aliados. Hagámosles una visita.
9. Estimular, alentar
Cualquier situación puede proporcionarnos motivos
para llegar a los libros. Dejemos siempre libros apetecibles al alcance de
nuestros hijos e hijas.
10. Organizarse
La desorganización puede estar reñida con la
lectura. Ayudémosles a organizarse: su tiempo, su biblioteca...
ALGUNAS
IDEAS PRÁCTICAS POR ETAPAS
Se proponen a continuación algunas ideas prácticas
por etapas que se pueden realizar desde el entorno familiar.
.- Si su hijo o hija está en Educación Infantil
• Aproveche cualquier situación de la vida cotidiana
para despertar la curiosidad de los niños/as por todo tipo de texto escrito:
literario, funcional y de información o consulta.
• Hable y escuche a su hijo/a utilizando un lenguaje
rico y expresivo. Con nuestras explicaciones, los niños/as irán aprendiendo
mucho sobre la lengua escrita y sobre los escritos que usamos habitualmente.
Pídales que le cuenten acerca de lo que ha hecho en la escuela.
• Preste atención a las preguntas de los niños/as
sobre la lectura, incluso antes de que empiecen a aprender formalmente a leer y
a escribir.
• Practique la lectura en voz alta de cuentos
acercando a su hijo o hija a los mundos maravillosos creados por la literatura.
• Facilite la lectura de otro tipo de textos: libros
“ilustrados” sobre animales, adivinanzas, trabalenguas, juegos de palabras,
poesías, etc. Viva lo que lean. Conecte lo que leen con lo que sucede en
la vida cotidiana.
• Cante canciones, léale libros de rimas y diga
trabalenguas divertidos. Estos ayudan a que los niños se vuelvan sensibles a
los diferentes sonidos que contienen las palabras. Se pueden utilizar títeres
para hacer la actividad más atractiva.